sábado, 11 de abril de 2015

A través de los cristales.

Quizás eras tú el primero, quizás, hoy te visualizo en mi mente y como nunca te extraño, extraño no haber estado en tu vida como lo hubieses querido, imagino siempre ser la parte mas bonita de muestras almas, te extraño, extraño un vacío que jamás nadie nunca ocupará, por qué nunca te deje entrar y quizás debiste ser tú, el primero que cuando me veía pasar por la Calle Arequipa con mis padres me sonreía y yo tímida miraba el cielo como siempre, recuerdo muchos domingos regresar a casa con ellos y verte ahí fuera de tu casa sentado con tus padres a través de mis cristales, tus cristales, extraño las hamburguesas que hacía tu mamá y lo bien que me caía, extraño tu cabello rizado oscuro, tu rostro ovalado, y tu sonrisa a media luz, eras perfecto bajo esos cristales, eras simplemente perfecto para mi y por eso huí, corrí lo mas fuerte que puede para no lastimarte y para no lastimarme y hoy te recuerdo y hace unos días al estar en la ciudad del sol infernal intenté verte y pasé innumerables veces pero ahora solo como mi mamá, por qué mi papá esta en un lugar mejor, y te busqué entre mil árboles hasta llegar a tu puerta y no había nadie, y te busqué todos los días mientras mi estancia en ese aburrido lugar se acortaba, con la esperanza de verte una vez y no huir esta vez, por que cambié, por qué en el pasado no aceptaba quien era, o quien serías tu en mi vida y eras demasiado bueno para mis ojos, para mi vida, para mi,  te esperé frente al árbol de tu casa donde todas las navidades arman un increíble nacimiento que supera cada año a su predecesor, te esperé mientras los zancudos zumbaban en mi cabeza, mientras veía ese incomparable atardecer que no recordaba, te espere en vano con la esperanza de verte solo por última vez y decirte el por qué de mi escape repentino pero otra vez no sucedió, en mi último día volví a pasar y no estabas una corazonada me dijo que ya era demasiado tarde y me resigne. 

Estaba en sala de embarque con mis audífonos mirando el amanecer y tratando de olvidar, subí al avión y ahí estabas tú en el asiento que yo ocuparía justo al lado de la ventana, estabas a mi costado como siempre, como nunca y como tanto lo había esperado y otra vez huí.