¿Son muchos quizá?. Quizá.
Hola. ¿Me recuerdas?. Soy el niño que solía ser parte de ti durante mucho tiempo y tú no me notabas.
-Siempre te noté, pero siempre huí de ti.
Y esta ves estoy aquí para darme una oportunidad contigo. ¿Aún seguirás huyendo de mi?
-Si, pero más lento.
¿Recuerdas aquella vez que fui con Mari a verte a tu casa?
-Si.
Yo se lo pedí a ella, solo era una excusa para verte y que no huyas de mi, pero aún así lo hiciste, te inventaste una excusa bastante inusual y muy creíble, claro todos los adolescentes debemos limpiar nuestras casas.
- ¿Por qué se lo pediste?
Por que quería verte, quería ver a través de tus cristales, quería ver tu sonrisa a media luz y que tu cabello resplandeciera, quería solo estar a tu lado y estar bien.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
Por que sabría que huirías.
- ¿Cómo?
Eres tú, estás propensa a huir de la felicidad y de lo que se supone te hace bien.
- Pero si no me conoces...
Te conozco, sé quien eres, quizá sea la única persona que sabe quien eres realmente, la única que te puede ver a través de esos cristales y sabe que detrás de esa mirada llena de odio, hay amor, hay amor queriendo ser compartido, queriendo explorar y ser aceptado, por mucho tiempo he callado, por mucho tiempo callé y cuando te fuiste, no sabía que hacer, planeaba buscarte pero no sabía donde, ella tampoco sabía, y espere y espere y te buscaba todos los días y ya no estabas y trataba de ver tu reflejo en la ventana de tu casa y ya no estabas, y veía a tus padres pasar cada domingo por mi casa y tú ya no ibas con ellos, le pedí a mi mamá que preguntara por ti a ellos y así lo hizo, tú mamá dijo que te fuiste a estudiar y que regresarías en vacaciones, yo desde la vereda escuchaba y sonreía esperando verte de nuevo y hablarte, pasaron dos años y no te vi, hasta que en Agosto del año pasado te vi pasar por mi casa nuevamente y corriste hacia mi como nunca, tus ojos no eran los mismos, tu manera de mirarme había cambiado, no eras tú, pensé que la ciudad te había cambiado hasta que abrazaste, y tus lágrimas cayeron en mi polo, espere que este día suceda y esta fue la mejor manera, supe de inmediato que estaba enamorado de la chica que huía, y otra vez te volviste a ir.
Después de 260 días juntos contra el viento, soy yo el que se tiene que ir.
A ti, en donde quiera que estés.
Cuando no sabes quien eres, solo quieres huir.
Cuando te hacen daño, solo quieres llorar.
Cuando te dejan, no sabes si correr, llorar o morir.