Pero entonces pensó <
Y se sintió sola...
Y pensó <
El pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba el pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban <
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en el. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en si misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar su puerta ¿Porque has venido? – le pregunto a la muerte.
Para que puedas volar de nuevo con el por el cielo - Respondió la muerte. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía mas; sin embrago, ahora necesitas de mi para poder encontrarlo de nuevo.
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