viernes, 7 de agosto de 2015

Once

Extraño esos días en los que todo era rutina, me acostaba a las 10:15 p.m, máximo 10:20 p.m, para tratar de dormir al menos ocho horas diarias, como lo manda la ley, al menos digo, y despertaba sin necesidad de alarma a las 5:55 a.m, no un minuto antes, ni un minuto después, exactamente a la misma hora, hacía exactamente todo en esos preciados minutos de tiempo, ducharme, sacar al perro, peinarme aunque la mayoría de veces solo me hacía una cola y claro no olvidar la mantequilla de cacao antes del lápiz labial, hidratación me decía a mi misma, llenar una botella de agua y echarla a mi cartera, revisar que mi carné esté exactamente en el mismo lugar junto a mi monedero, DNI, llaves y porsupuesto audifonos, ¿Cómo podría surrarme a la gente con la que me topaba todo el día?. Sin audífonos, lo podría evitar. ¿Tomar desayuno?. ¿Qué es eso?. A las 6:50 a.m salía corriendo de mi casa, esperaba el micro y me subía esté vació o reventando llegaba volando 7:00 a.m a hacer la cola del Metropolitano, maldito necesario servicio, subía peor que sardina, apretada o no, ya que importaba, el detalle era llegar temprano al trabajo y que no me descontasen ni un puto céntimo, claro por que el sacrificio se hace por dinero, no por amor, y que venga alguien a decirme que es todo lo contrario, estoy harta de la mierda y de las frasesitas positivas de las personas, que odian mas su vida, pero claro no lo quieren dar a conocer por que caerían en el mismo saco, entre las quejas diarias de los usuarios del Metropolitano y mi ansiado paradero final, solo existía algo que me hacía feliz, llegar a Colmena +o a Jirón y caminar ver los hermosos graffitis que inundaban la ciudad, y sonreír y por un pequeño espacio de tiempo trasladarme a ese mundo, chocarme con la misma persona todos los días, detenerme a comprar soja y un pan con lomo, detenerme en los semáforos, a veces correr contra el tiempo, a pesar de tener bastante tiempo, caminar, toparme con gente que va atareada, mujeres que corren en taco aguja, padres con sus hijos, la señora que vendía ensalada de frutas en Jirón de la Unión, el señor que sacrílegicamente entraba a la Iglesia de Jr. Cusco, la cola del Banco de la Nación en Jr. Lampa, el mendigo con su mascota al pie de la iglesia ó al pie del Banco de Crédito, caminar y ver lo hermosa que es la ciudad, cada detalle, cada trazo de pintura, cada moldura, cada árbol, el olor a café recién pasado de las carretillas, ó el de emoliente, el desespero de las personas por llegar a algún lugar lo quieran o no, los niños con cara de sueño, algunos adultos como si estuvieran con ganas de mandar todo al diablo y no querer ingresar a su centro de labores, los señores con terno en pleno verano, en invierno, en otoño, en primavera, me pregunto si algún día se les permitirá vestirse de otra forma, y vuelvo a dejar una pregunta más en el aire.

(Mi inspiración diaria, qué lástima que ya no esté esta belleza).

Amaba cada extracto de esas pequeñas/grandes cuadras que me llevaban a mi centro de labores, mi muy conocido ex-centro de labores, amaba mas que nada sentir desesperación por llegar temprano y claro amaba con todo mi cuerpo salir temprano, si es posible correr, pero ahora ya no queda nada de eso.

El primer día todos se miran reacios, todos son como un mundo al que estás a punto de entrar y así fue, conocí a gente muy buena onda, compartimos muchos momentos, muchas risas, muchos cumpleaños entre ellos el peor para mi, me vieron caer, los vi caer, los vi defender sus derechos, los vi callar, seis almuerzos diarios, seis desayunos diarios, seis días de nuestra vida y ocho horas diarias de risas a hurtadillas y consejos. Es genial que hayan pasado once meses y siga en contacto con algunos, que ya se volvieron parte de mi.

Conocer a gente nueva es genial, ser parte de su vida por un momento es una sensación muy linda, claro no todo es color de rosa por que también hubieron indeseables, pero la vida se trata de eso, seguir un montón de pasos y conocer gente.






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