jueves, 21 de abril de 2011

A tí, Hoy despúes de la lectura.

Erase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoro de el. Se quedo mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más de prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invito a volar con ella y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.



Pero entonces pensó <> y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia de la capacidad de volar d el pájaro.


Y se sintió sola...
Y pensó <>


El pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.

Todos los días ella miraba el pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión y se lo enseñaba a sus amigas, que comentaban <>. Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenia el pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en el. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.

Si profundizase en si misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.

Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar su puerta ¿Porque has venido? – le pregunto a la muerte.


Para que puedas volar de nuevo con el por el cielo - Respondió la muerte. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía mas; sin embrago, ahora necesitas de mi para poder encontrarlo de nuevo.

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